jueves, 25 de agosto de 2011

Inciso. El Edificio. Capitulo 4.

EL:

Hace ya mas de un mes de estos paseos misteriosos. Creo que habré visto cada rincón del edificio unas veinte veces y es grande. Aunque se me queda pequeño cuando voy con ella, aunque sea oculto en sus sombras. Nunca creí que pudiera enamorarme de alguien con quien no he hablado y de quien no se nada. Pero se que lo que siento es completamente puro y verdadero, pero también se que es posible que tenga fecha de caducidad y me da pánico que ese día sea hoy. Pero debe serlo. Por eso corre. Por eso esta tan agitada. No se que habrá pasado en esa habitación aunque puedo imaginármelo. No quiero perderla, tengo que hacer algo, tengo que decirle algo, tocarla o saber que es real, que esta aquí, y que aun no se va a marchar. No puede hacerlo. Alguien tan etéreo no puede ser una simple mortal. Echo a correr detrás de ella. Sin disimulo. Ella lo sabe, sabe que voy a seguirla y que dará igual a donde se dirija por que no pienso dejar que escape sin mas. Aunque creo saber hacia donde va...

ELLA:

La primera vez que entre en esta estancia me sobrecogió un miedo atroz. Un pasillo con un gran salón antiguo al fondo con poca luz y muchos cristales. Se que estaba sola esa primera vez, asi que me marche corriendo. Pero la segunda, él estaba conmigo de algún modo. No se como logro ocultarse por que existen pocos rincones donde hacerlo pero vi el lugar de otra forma, mas intima, sin gente cerca. Debió de ser algún salón abandonado con el paso de los años y al que nadie da uso. Y ahora estoy corriendo hacia allí. No se por que, pero quería estar allí cuando pasara. Podría salir disparada a la calle sin mediar palabra, ya no hay nada que me una a este maldito edificio, sin embargo, no quiero irme. No quiero acabar algo que apenas ha empezado. Necesito saber que lo que siento no es cierto y no es mas que un producto de mi imaginación en un momento de tristeza absoluta y desconsuelo. Sigo corriendo tanto como me permiten las enfermeras que con tan buenos ojos me miran a sabiendas de mi pequeña desgracia. Nadie se extraña de ver a mi sombra correr detrás mía. Ya deben de haberse acostumbrado a ella. Noto su respiración agitada. Al menos no soy la única nerviosa. Se que estoy acercándome cada vez mas. Veo el pasillo casi a oscuras y corro aun mas deprisa, llego a la estancia, agotada y con la respiración entrecortada. "Girate, hazlo, mírale"; me digo mientras obligo a mi cuerpo a obedecer a mi mente. Lo hago, y ahí esta él...

No hay comentarios: